
Por Alfredo Corton
Desde hace muchos años existe la creencia de que nuestro deseo de tener una pareja e inclusive nuestra sexualidad, se manifiestan en primavera como comienzo.
Si tomamos datos de las civilizaciones antiguas, vemos que tanto en Grecia como en Roma las fiestas "dionisíacas" o las "bacanales" respectivamente coincidían con la llegada de la estación primaveral.
Si bien los seres humanos somos los únicos mamíferos (exceptuando a algunos primates evolucionados) que podemos mantener nuestro deseo de un modo no estacional, existen indicios científicos y mediciones estadísticas que nos permiten afirmar que nuestro deseo de encontrar pareja se ve incrementado en más de un 30% desde la primavera hasta el fin del verano.
Algunos sitios de encuentros virtuales como "netmeeting" tienen datos muy actualizados de el incremento de sus "membrecías" para estas fechas.
Además la profusión de colores y aromas junto con la tibieza del sol hacen que la vida social bulla en el ámbito público donde "cupido" nos flecha muy a menudo.
La Neuro-Química del deseo
Numerosos estudios científicos dan cuenta que nuestros "relojes biológicos" tienen un calendario para todo.
Estos estudios encuentran más vinculadas a la estacionalidad a la mujer que al hombre, pero donde una desea el otro también.
La glándula pineal es responsable, entre otras funciones de la regulación de la "melatonina" que responde concretamente a la cantidad de tiempo de la luz solar en el día. A mayor melatonina, se produce un efecto "cascada" de hormonas (incluyendo feromonas) que incrementan el deseo sexual teniendo su punto máximo en el verano.
Si bien las conclusiones en humanos son mucho más complejas, la aproximación es válida.
El perfume del deseo
Todos podemos experimentar cómo así las flores seducen con sus aromas a sus polinizadores, los humanos cuidamos al extremo, en estas épocas de calor, nuestro cuerpo (la fiebre de las dietas), elegimos nuestros perfumes y las ropas livianas levantan vuelo (como la famosa foto de Marilyn Monroe con su pollera blanca).
En el lenguaje popular, el "piropeo" aumenta como así las ganas de salir y disfrutar. Las caras y los cuerpos toman el color dorado del sol y la vida parece mucho más grande y amplia.
Desde esta sensación subjetiva compartida, podemos saber que entramos en una particular estación que nos depara muchas posibles sorpresas.
Por eso en EMPAREJARTE incrementamos nuestras reuniones y el turismo para los "corazones vacantes" que tienden a encontrarse bajo el manto de la luna con el susurrar del viento, mecidas por las olas o hipnotizadas con un manto de luciérnagas curiosas o el arrullo de los grillos.
¡Bienvenidos a la Primavera!
Desde hace muchos años existe la creencia de que nuestro deseo de tener una pareja e inclusive nuestra sexualidad, se manifiestan en primavera como comienzo.
Si tomamos datos de las civilizaciones antiguas, vemos que tanto en Grecia como en Roma las fiestas "dionisíacas" o las "bacanales" respectivamente coincidían con la llegada de la estación primaveral.
Si bien los seres humanos somos los únicos mamíferos (exceptuando a algunos primates evolucionados) que podemos mantener nuestro deseo de un modo no estacional, existen indicios científicos y mediciones estadísticas que nos permiten afirmar que nuestro deseo de encontrar pareja se ve incrementado en más de un 30% desde la primavera hasta el fin del verano.
Algunos sitios de encuentros virtuales como "netmeeting" tienen datos muy actualizados de el incremento de sus "membrecías" para estas fechas.
Además la profusión de colores y aromas junto con la tibieza del sol hacen que la vida social bulla en el ámbito público donde "cupido" nos flecha muy a menudo.
La Neuro-Química del deseo
Numerosos estudios científicos dan cuenta que nuestros "relojes biológicos" tienen un calendario para todo.
Estos estudios encuentran más vinculadas a la estacionalidad a la mujer que al hombre, pero donde una desea el otro también.
La glándula pineal es responsable, entre otras funciones de la regulación de la "melatonina" que responde concretamente a la cantidad de tiempo de la luz solar en el día. A mayor melatonina, se produce un efecto "cascada" de hormonas (incluyendo feromonas) que incrementan el deseo sexual teniendo su punto máximo en el verano.
Si bien las conclusiones en humanos son mucho más complejas, la aproximación es válida.
El perfume del deseo
Todos podemos experimentar cómo así las flores seducen con sus aromas a sus polinizadores, los humanos cuidamos al extremo, en estas épocas de calor, nuestro cuerpo (la fiebre de las dietas), elegimos nuestros perfumes y las ropas livianas levantan vuelo (como la famosa foto de Marilyn Monroe con su pollera blanca).
En el lenguaje popular, el "piropeo" aumenta como así las ganas de salir y disfrutar. Las caras y los cuerpos toman el color dorado del sol y la vida parece mucho más grande y amplia.
Desde esta sensación subjetiva compartida, podemos saber que entramos en una particular estación que nos depara muchas posibles sorpresas.
Por eso en EMPAREJARTE incrementamos nuestras reuniones y el turismo para los "corazones vacantes" que tienden a encontrarse bajo el manto de la luna con el susurrar del viento, mecidas por las olas o hipnotizadas con un manto de luciérnagas curiosas o el arrullo de los grillos.
¡Bienvenidos a la Primavera!